Resumen:
Un tratado de libre comercio (TLC) tiene muchos objetivos, todos ellos encaminados a facilitar el acceso de productos a los mercados externos. También son conocidas las ventajas que puede traer consigo. Sin embargo, nada está garantizado. Ni tan siquiera la solución de controversias: habría que evaluar si el capítulo correspondiente implementa un mecanismo realmente eficaz y equitativo para resolver los conflictos que puedan sobrevenir. No hace falta ir muy lejos ni retroceder mucho en el tiempo para encontrar motivos a este cuestionamiento; basta fijarnos en los 42 arbitrajes de inversión contra Argentina —casi todos pendientes de solución— que se han puesto en marcha tras la sonada crisis financiera 2000-2001.